miércoles, 3 de diciembre de 2008

Ai guan tu biliv

Ayer de noche estuvimos de reunión con unos amigos en casa. Nos bebimos una birras bien frías, unos vinitos espumantes, y nos fagocitamos una picada fría casera.

Como en cualquier reunión la conversación saltó de un lado a otro, pasando por lo últimos chismeríos, qué película hay que ver, que Dexter es la masa y te lo paso y finalmente llegamos a un tema común en las charlas a altas horas de la noche: lo paranormal. Más específicamente, fantasmas, aparecidos, "movimientos", eré eréa.

Cada uno se contó alguna historia que le sucedió o más comúnmente, que le pasó a algún amigo. Nos pegamos unos escalofríos y unas carcajadas y pasamos a otros temas.

Lo que me lleva al tema del post de hoy, pequeñas larvas de frikis: Yo quiero creer. Quiero creer que en este mundo existen cosas más allá de lo que podemos percibir con nuestros sentidos o con los instrumentos que la ciencia nos brinda. Debo reconocer que las historias de fantasmas o sobre criaturas mitológicas locales (que son bastante comunes aquí, sobre todo entre las personas del campo que las creen a rajatabla) me erizan los pelos en las reuniones (momentáneamente, ¿qué se creen?), pero un mundo en el que existiesen sería cuanto menos un poco más interesante. De seguro muchos comparten este pensar, ya que muchos somos hijos de la fantasía de Tolkien y los terrores de Lovecraft. Mas, así mismo, como buenos súbditos del de Providence, lectores de ciencia ficción, mentes preclaras que aceptan una sola razón: la ciencia y lo científicamente probable, deshechamos estas historias sobre lo paranormal, sin importar que nos las cuenten nuestros mejores amigos, aquellos en quienes más confíamos, e inclusive, dudaríamos de nuestros propios sentidos en caso de experimentar una situación semejante.

Ya que, si la ciencia puede explicar el porqué de tales fenómenos, de nada vale ensimismarnos en lo irracional y negar la verdad. Yo que soy escéptico por naturaleza y por crianza, achaco tales fenómenos a la predisposición, a alucinaciones, a disturbios del sueño, etc.; y convencido estoy de que la ciencia tiene la razón, como cualquier persona racional.

Sin embargo, aún quiero creer, lo cual me procura cierta angustia (intelectual, no de cortarme como los emos) provocada por el deseo de creer en lo intangible y, por el contrario, la aceptación de lo racional. ¿Es imposible la comunión de ambas posturas? No lo creo; difícil sí, pero no imposible. Tal vez existan cosas que la ciencia no pueda explicar, ojalá. Un mundo sin misterios es un mundo sin curiosidad, y un mundo así es uno en el que el ser humano jamás luchará por superarse, en el que la imaginación y las ganas de "ir un poco más allá" terminarán por esfumarse.

Así que mientras tanto, sigamos del lado de la ciencia hasta que Cthulhu se levante y nos devore a todos. Allí veremos que es real y que no....

3 comentarios:

Ximi dijo...

La fe es la respuesta ignorante a una pregunta sin respuesta formulada por un necio.

En este mundo sólo hay dos cosas en las que puedes tener fe:

1- Dios no existe
2- Si existiera probablemente sería yo.

Jeral dijo...

No me malinterpretes ximi, como dije, creo en la ciencia como la forma de ver el mundo, pero aún así tengo desarrollado ese "deseo de lo fantástico" que de seguro todos tenemos.

¿Y qué me dices de Mondesvol? XD

Anónimo dijo...

Yo sólo digo que el ser humano ha alcanzado grandes metas, pero la mayor es llegar a ser lo bastante soberbio como para creer que ha llegado al punto de conocer y comprender todo lo que hay allá afuera...
Vamos, que aún nos queda mucho por descubrir... :p


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